“Francisco,” siguió, “en aprecio por todo lo que hiciste por Mamá, queremos darte este regalo. Es un acuerdo que hemos firmado todos que te da la propiedad vitalicia de la casa de la granja. Esto significa que podrás quedarte en ella mientras vivas. Encontramos un comprador que está dispuesto a comprar el resto del terreno de la granja. La titularidad de la casa pasará finalmente a nuestros hijos. Pero mientras quieras vivir en ella, queremos que sepas que esa es tu casa”. Mientras Francisco tomaba
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